Meditación: Miércoles XIV Semana T. O. Ciclo A. 06 de julio 2011
«Habiendo llamado a sus doce discípulos, les dio poder para arrojar a los espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Santiago el de Zebedeo y Juan su hermano; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón Cananeo y Judas Iscariote, el que le entregó. A estos doce envió Jesús dándoles estas instrucciones: No vayáis a tierra de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; sino id primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id y predicad diciendo que el Reino de los Cielos está al llegar» (Mateo 10,1-7)
1º. Jesús, Tú eres quien llama a los apóstoles -los primeros obispos- y quien les das el poder de curar y arrojar al demonio.
«Así como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser elegido para siempre por el orden sagrado de los obispos. Por eso, la Iglesia enseña que por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo: el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envió» (C. I. C.-862).
Esta es una gran enseñanza para mi fe de católico: lo importante de los obispos de tu Iglesia es que están llamados por Ti, y reciben de Ti un poder especial para su misión de almas.
Todo lo demás, aunque sea importante, es secundario: si son más o menos doctos, si son más o menos agradables de aspecto, si hablan más o menos idiomas, si son de tal o cual pueblo o nación.
Lo que me debe preocupar es que sean lo más santos posible; porque cuanto más santos, menos obstáculos pondrán a esas gracias especiales que -por vocación- reciben, y podrán cumplir mejor su misión.
Por eso, tengo el deber de pedir mucho por la persona e intenciones del obispo de la diócesis: para que sea santo y fiel.
«Los nombres de los Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro».
Desde el principio de la Iglesia, la posición de Pedro y de sus sucesores los Papas ha revestido un carácter especial entre los demás obispos.
Tú mismo has puesto al Papa al frente de la Iglesia, como Pastor Supremo y elemento de unidad de todos los cristianos.
Por eso, también tengo que rezar mucho por el Papa -sea quien sea-, para que con una vida santa y sacrificada pueda cargar con la tremenda responsabilidad que le has encomendado.
2º. Convengo contigo en que hay católicos, practicantes y aun piadosos ante los ojos de los demás, y quizá sinceramente convencidos, que sirven ingenuamente a los enemigos de la Iglesia...
-Se les ha colado en su propia casa, con nombres distintos mal aplicados -ecumenismo, pluralismo, democracia-, el peor adversario: la ignorancia» (Surco.-359).
Jesús, a veces me encuentro con gente buena que piensa que el Papa y los obispos deberían ser elegidos democráticamente; o que no deberían mandar tanto sino, más bien, recoger el sentir popular; las inquietudes de los distintos tiempos y culturas.
Sin contar con algunos pocos que van con mala idea -para desorientar-, la mayoría de los que piensan así están sinceramente convencidos.
Todas las sociedades humanas desarrolladas deberían ser democráticas, piensan.
El problema es que la Iglesia, además de ser una sociedad humana, es una sociedad sobrenatural fundada por Ti, Jesús.
Y la misión que le has dado al Papa y a los obispos no es amoldar la religión a lo que piden las modas o culturas, sino guardar intacto y puro el mensaje de Salvación que nos has enseñado con tu ejemplo y con tu palabra, y ofrecer generosamente los medios sobrenaturales que nos has dejado para vivir como hijos de Dios: los Sacramentos.
Por eso, más que amoldar la religión a modas y culturas, la Iglesia -con la asistencia y guía del Espíritu Santo- enseña a llenar esas modas y culturas de sentido cristiano.
A través del Magisterio, el Papa y los obispos tienen la responsabilidad de guiamos por el camino de salvación en cada tiempo y cultura.
Jesús, te pido por la Jerarquía de la Iglesia, para que te sea siempre muy fiel.
Ayúdame a saber defenderla de los ataques de quienes -tantas veces por ignorancia- no la respetan.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
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