Ordinario de la Misa: Lunes XIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 04 de junio 2011
Señor, en ti confío
Feria de la 14a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de Santa Isabel de Portugal
Tú eres mi refugio y Fortaleza
Antífona de Entrada
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis 28, 10-22
"Vio una escalera por la que subían y bajaban los ángeles de Dios y vio a Dios, que le hablaba"
• En aquel tiempo, Jacob salió de Bersebá y se dirigió a Jarán. Llegado a cierto lugar, se dispuso a pasar allí la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó entonces una piedra, se la puso de almohada y se acostó en aquel sitio.
Y tuvo un sueño: soñó una escalera que se apoyaba en tierra y con la punta tocaba el cielo, y los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Vio que el Señor estaba en lo alto de la escalera y oyó que le decía:
«Yo soy el Señor, el Dios de tu padre, Abrahán, y el Dios de Isaac. Te voy a dar a ti y a tus descendientes la tierra en que estás acostado. Tus descendientes van a ser tan numerosos como el polvo de la tierra y te extenderás hacia el oriente y el poniente, hacia el norte y hacia el sur; por ti y por tus descendientes serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Yo estoy contigo, te cuidaré por dondequiera que vayas, te haré regresar a esta tierra y no te abandonaré ni dejaré de cumplir lo que te he prometido».
Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo:
«Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía».
Y exclamó asustado:
«¡Qué terrible es este lugar! ¡Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo!»
Jacob se levantó de madrugada, y tomando la piedra que se había puesto de almohada, la colocó como un memorial y derramó aceite sobre ella. Y a aquella ciudad le puso por nombre Betel, aunque su nombre primitivo era Luz.
Jacob hizo una promesa, diciendo:
«Si Dios está conmigo, si me cuida en el viaje que estoy haciendo, si me da pan para comer y ropa para vestirme, si vuelvo sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios y esta piedra que he colocado como memorial, será casa de Dios. Y de todo lo que el Señor me dé, le pagaré el diezmo».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial 90
"Señor, en ti confío."
Tú que vives al amparo del Altísimo y descansas a la sombra del todopoderoso, dile al Señor: «Tú eres mi refugio y fortaleza; tu eres mi Dios y en ti confío».
R. Señor, en ti confío.
El te librará de la red del cazador y te de la peste funesta. Te cubrirá con sus alas y refugiarás bajo sus plumas.
R. Señor, en ti confío.
«Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor, yo te libraré y te pondré a salvo. Cuando tú me invoques, yo te escucharé; en tus angustias estaré contigo».
R. Señor, en ti confío.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 9, 18-26
Gloria a ti, Señor.
"Mi hija acaba de morir; pero ven tú y volverá a vivir"
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo:
«Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir».
Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba:
«Con sólo tocar su manto, me curaré».
Jesús, volviéndose, la miró y le dijo:
«Hija, ten confianza; tu fe te ha curado».
Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.
Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas y el tumulto de la gente y les dijo:
«Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida».
Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El texto de evangelio de Mateo narra la sanación de dos mujeres por parte del Señor. Doble milagro. En un relato, es la mujer enferma con flujo de sangre quien toma la iniciativa para solicitar la ayuda de Jesús; en el otro, la mujer es menor de edad, y es el padre quien se acerca a él para interceder por ella. En ambos casos es decisiva la fe y el contacto con Jesús. Las dos narraciones están unidas por la conveniencia de reintegrar a estas dos mujeres a la vida con dignidad en toda su plenitud. La fe en Jesús permite acceder a la realidad de la salvación por encima de todo tipo de normas y consignas preestablecidas que pregonan que lo más importantes son las reglas y las instituciones y no las personas. Estos signos del reino de Jesús (la sanación de la hemorragia y el devolverle la vida a la hija del funcionario) son el fruto del encuentro entre su amor y la fe del otro. Nuestra tarea como auténticos seguidores de Jesús es la de luchar, desde el amor, por la dignidad y liberación de todos los seres humanos, sin ningún tipo de discriminación.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro, tú que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común III
Alabanza a Dios por la creación
y la redención del hombre
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación.
Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos.
Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de comer a los hambrientos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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