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jueves, 7 de julio de 2011

Evangelio del Viernes XIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 08 de julio 2011

Evangelio del Viernes XIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 08 de julio 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (10, 16-23)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Yo los envío como ovejas entre lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.
Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán a recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El evangelio de Mateo quiere dar un mensaje de resistencia. Por boca de Jesús, Mateo se refiere a la realidad de sufrimiento y contradicciones que viven sus comunidades, signo de lo que le ocurre a toda comunidad que decide radicalmente comprometerse con el Evangelio. La misión tiene una perspectiva dramática, pero no pierde de vista el horizonte de aliento y esperanza, exigiendo del discípulo un equilibrio, manifestado en la paciencia histórica y en la astucia con sentido. El evangelio nos hace caer en la cuenta de una de las características esenciales del discipulado: Tener fe (confianza) en la misericordia y manifestación de Dios. Para construir esa comunidad alternativa en toda dimensión de la vida humana (Reino) es necesario que seamos consecuentes y prudentes. El Evangelio desencadena, hoy como ayer, denuncia, persecución y conflicto, porque desenmascara, crítica y desnuda las pretensiones totalitarias, tanto personales como colectivas, que pretenden desertificar los tallos de esperanza activa, de imaginación y conciencia crítica del ser humano en un futuro mejor de posibilidades. Que la evangelización y la labor misionera sean una tarea constante de humanización, de liberación y de salvación.

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