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domingo, 2 de octubre de 2011

Evangelio del Lunes XXVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 3 de octubre, 2011

Evangelio del Lunes XXVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 3 de octubre, 2011
Lectura del Santo Evangelio según, San Lucas 10,25-37
Gloria a ti, Señor
¿Quién es mi prójimo?
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él contestó: "Amarás al Señor, tu, Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo." Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida." Pero el maestro de la Ley queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó en una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?" Él contestó: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Anda, haz tu lo mismo."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Esta conocida parábola quiere explicar el mandamiento del amor. Pero, el doctor de la ley pregunta: “¿Quién es mi prójimo?”
Nos parece fácil decir quién es mi prójimo, aunque tal vez realmente no lo sea. Nuestra sociedad, así como aquella en la que vivió Jesús, acostumbra hacer acepción de personas. No todos somos iguales: algunos son más ricos que otros, o más limpios que otros, o más bonitos que otros. Y ésos que consideramos menos que nosotros, mirados con ojos humanos, ¿son mi prójimo?
Al decirnos cristianos, ya no hablamos sólo de prójimos, nos llamamos hermanos. Hermanos todos con igual dignidad y libertad; todos solidarios por los otros, trabajando por formar una sociedad libre, justa y solidaria para todos. A esa sociedad o comunidad la llamamos Reinado de Dios.
Una sociedad en la que no sólo se tolere al prójimo, no sólo se le deje acercarse, sino que se le ame de verdad, y amarle como a uno mismo.
Y, cuando la humanidad se ve invadida por sentimientos de angustia y baja autoestima, ¿cómo podremos amar al prójimo si no nos amamos primeramente a nosotros mismos?

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