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viernes, 16 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo B. 18 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo B. 18 de Diciembre, 2011
Cuarto Domingo de Adviento
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
Tú eres mi padre, el Dios que me protege
Antífona de Entrada
Destilad, cielos, el rocío, y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador.
No se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección.
Por nuestro señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del segundo libro
de Samuel (7, 1-5. 8-12. 14. 16)
Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?” Natán le respondió:
“Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo”.
Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto:
‘¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.
Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.
Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’ ”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 88
Proclamaré sin cesar
la misericordia del Señor.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos.
Proclamaré sin cesar
la misericordia del Señor.
Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’.
Proclamaré sin cesar
la misericordia del Señor.
El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor, ni violaré el juramento que le hice”.
Proclamaré sin cesar
la misericordia del Señor.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos
(16, 25-27)
Hermanos: A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo,para siempre. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que me has dicho.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel:
“¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa aYahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Está es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.
En los versículos que hemos leído del larguisimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.
La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, enelcual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para todos los hombres.
En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.
El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.
El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.
Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice si a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret.
Para la revisión de vida
¿Cómo voy a vivir estos días últimos de adviento-navidad?
¿Cómo voy a acoger el misterio del «Dios tan humano» que Jesús nos muestra?
¿Cómo vivir y expresar con todos los que me rodean la ternura de Dios?

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Por intercesión de María, la Madre de Dios y nuestra Madre, oremos al Padre para que escuche la oración de su pueblo que busca la liberación y que espera al Mesías. Digámosle:
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que en este tiempo ya cercano a la Navidad, el Espíritu Santo cubra con su sombra a la Iglesia, y haga que su vida comprometida descubra en el mundo la gloria del que viene en nombre del Señor.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que a todos los pueblos de la tierra, en este tiempo de espera del Mesías, se les manifieste su presencia salvadora y su oferta incondicional de liberación.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que el Señor que viene, libere a los oprimidos, conceda pan a los hambrientos y cuide de los enfermos, huérfanos y abandonados.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que la venida de Jesús a nuestra tierra, alcance la libertad a los que viven esclavos del pecado, y el consuelo a los que están tristes.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que los difuntos gocen de la presencia bondadosa de Dios en la gloria.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que Jesús renazca en nuestros corazones, y, como María, sepamos darlo a nuestros hermanos.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.

Celebrante:
Oh Dios, que sales a salvar a tu pueblo y no dejas de bendecirlo con tu mano providente; escucha nuestras oraciones y prepara nuestro corazón, para que, siguiendo el ejemplo de María, acojamos a tu Hijo que viene a nuestra tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Que el mismo Espíritu que cubrió con su sombra y fecundó con su poder el seno de la Virgen María, santifique, Señor, estas ofrendas que hemos depositado sobre tu altar.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento II
La doble espera de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres.
El es quien nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has dado en este sacramento la prenda de nuestra salvación, concédenos, Padre todopoderoso, prepararnos cada día con mayor fervor para celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

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