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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Jueves III Semana de Adviento. Ciclo B. 15 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Jueves III Semana de Adviento. Ciclo B. 15 de Diciembre, 2011
Te alabaré, Señor, eternamente
Feria de Adviento: jueves de la 3a. semana
Alaben al Señor quienes lo aman
Antífona de Entrada
Tú estás cerca, Señor, y todos tus caminos son derechos. Desde el principio comprendí que tu alianza la estableciste para siempre.
Oración Colecta
Oremos:
Con el nacimiento de tu Hijo, que viene a salvarnos, llena, Señor, de alegría nuestros corazones, entristecidos por haber pecado e indignos de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (54, 1-10)
“Alégrate, tú, la estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo, tú que no habías sentido los dolores de parto; porque la abandonada tendrá más hijos que la casada,
dice el Señor.
Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo las lonas, alarga las cuerdas, clava bien las estacas, porque te extenderás a derecha y a izquierda: tu estirpe heredará las naciones y poblará las ciudades desiertas.
No temas, porque ya no tendrás que avergonzarte; no te sonrojes, pues ya no te afrentarán; antes bien, olvidarás la vergüenza de tus años jóvenes y no volverás a recordar el deshonor de tu viudez. El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es ‘Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’.
Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios. Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar.
En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 29
Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste.
Te alabaré, Señor, eternamente.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo.
Te alabaré, Señor, eternamente.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría,te alabaré por eso eternamente.
Te alabaré, Señor, eternamente.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos y todos los hombres verán
al Salvador.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (7, 24-30)
Gloria a ti, Señor.
Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios.Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta.
Es aquel de quien está escrito:
Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.
Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan.
Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño,el plan de Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
El evangelio de Lucas que leemos hoy resulta muy oportuno para revisar nuestra capacidad de contemplar y para aprender de quienes viven su compromiso cristiano con autenticidad y alegría.
Jesús pregunta a los espectadores qué salieron a ver cuando vino Juan. ¿Un hombre poderoso, lleno de lujos, o un profeta? Así exalta el profetismo de Juan y la coherencia de su predicación. Los poderosos están en sus palacios, cegados por sus lujos y comodidades; no pueden ver y sentir el dolor de los pobres. Por eso no asumieron el bautismo de Juan; por el contrario, se sintieron criticados y confrontados por él. Para ellos la salida más expedita es quitar a Juan del camino con el uso de la fuerza.
La propuesta de conversión de Juan está en la base del proyecto de Dios. Ninguna justicia se podrá alcanzar mientras las posturas del corazón no cambien; y ese era precisamente el centro de la predicación de Juan. La relación entre Juan y Jesús convergen en la práctica de la justicia como muestra del amor. El proyecto de Jesús se nutre del profetismo del Bautista.
Hoy el evangelio nos interpela a traer a la memoria y al corazón a hombres y mujeres que en nuestras comunidades y en la sociedad dan testimonio de vida en su lucha por la justicia, la paz y la defensa de la creación: Gracias al Espíritu, en todo tiempo y lugar hay personas sensibles y comprometidas, auténticos profetas, que empujan la historia hacía el Reino de Dios.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, estas ofrendas que hemos tomado de tus mismos dones, y concédenos que está Eucaristía que estamos celebrando, nos alcance la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio de Adviento III
Cristo, Señor y juez de la historia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado.
Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo.
En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.
El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.
Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Vivamos en este mundo como hombres responsables, justos y que sirven a Dios, en espera de que se cumpla la feliz esperanza: la manifestación gloriosa de Jesucristo, nuestro Dios y salvador.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por nuestra participación en esta Eucaristía, enséñanos, Señor, a no poner nuestro corazón en las cosas pasajeras, sino en los bienes eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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