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viernes, 27 de enero de 2012

Evangelio del Sábado III Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 28 de Enero , 2012

Evangelio del Sábado III Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 28 de Enero , 2012
Lectura del Santo Evangelio, según San Marcos 4,35-41
Gloria a ti, Señor
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla." Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio, cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!"
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Comentario:
La barca es un lugar de enseñanza, un medio para marchar a un retiro espiritual, un puente hacia los territorios extranjeros y un lugar de encuentro con el Jesús vencedor de la muerte. En el evangelio de Marcos hasta ahora los discípulos que le siguen lo han visto realizar acciones maravillosas de curación, de enseñanza y de solidaridad. Quedan aún más sorprendidas por el poder que él tiene para serenar los temores y las dudas de sus seguidores. La borrasca repentina amenaza la barca, pero el mayor riesgo viene de sus tripulantes que se exaltan y no confían en Jesús. La barca, entonces, se les convierte a sus discípulos en desafío: o confían en el maestro o zozobran ante sus propios miedos. Los discípulos quedan sorprendidos por la capacidad de Jesús de someter las amenazas del viento huracanado y el mar agitado.
Nosotros, nos sorprendemos por la actitud de los discípulos, quienes, después de un largo recorrido, aún no confían en Jesús y, menos aún le obedecen. Si vamos a subirnos en esa barca llamada seguimiento de Jesús debemos aprender a obedecerle y a confiar en él; si no prenderemos las alarmas más por nuestros temores que por el peligro real de las amenazas.

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