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jueves, 26 de enero de 2012

LECTIO DIVINA: PROPIO DE TODOS LOS SANTO. Santa Ángela de Mérici

LECTIO DIVINA: PROPIO DE TODOS LOS SANTO. Santa Ángela de Mérici

27 de enero

Nació en Desenzano dal Garda hacia 1474. Fundó en Brescia, el 25 de noviembre de 1535, una compañía de vírgenes a la que puso bajo la protección de santa Ursula y a la que llamó «Compañía de santa Ursula».
Animada por el espíritu de sabiduría y de profecía, ofreció a las mujeres de su tiempo (a las que sólo se les ofrecía dos caminos: el matrimonio o el monasterio de clausura) la posibilidad de consagrarse a Dios elegida libremente y vivida como «esposas del Hijo de Dios», abiertas a la maternidad espiritual, a pesar de seguir viviendo en su propio ambiente, sin estar ligadas a una actividad común, sino unidas «conjuntamente» como miembros de una familia espiritual.
Ángela, Sur Anzola, dejó a sus «hijas» una Regia, Recuerdos y Legados impregnados de la Palabra de Dios y de sabiduría humana. Murió el 27 de enero de 1540 en Brescia; fue sepultada en la iglesia de 5. Afra (iglesia que será dedicada después a ella) y canonizada el 24 de mayo de 1807.
En nuestros días, Ángela Mérici es conocida y venerada en todo el mundo gracias a la difusión de la Compañía de santa Ursula en su forma secular y de los diferentes institutos de hermanas ursulinas que se remontan a ella.

LECTIO
Primera lectura: 1 Corintios 1,26-31
26 Considerad, hermanos, vuestra vocación, pues no hay entre vosotros muchos sabios según los criterios del mundo, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. 27 Al contrario, Dios ha escogido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes; 28 ha escogido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para anular a quienes creen que son algo. 29 De este modo, nadie puede presumir delante de Dios. 30 A él debéis vuestra existencia cristiana, ya que Cristo se ha hecho para nosotros sabiduría divina, salvación, santificación y redención. 31 De esta manera, como está escrito, el que quiera presumir que lo haga en el Señor.
COMENTARIO
Dios ha demostrado su poder y su sabiduría salvando a los que creen con un medio tan débil que ningún poderoso o sabio de este mundo habría considerado adecuado para la salvación: la cruz. Dios escoge a menudo a personas exentas de posibilidades y medios de los que puedan jactarse y a los que puedan confiar- se; las llama en Cristo Jesús sin ningún mérito por su parte y las convierte —por medio de su participación en la pasión de Cristo— en fuerza determinante para la salvación del mundo.
Santa Ángela tuvo una vivísima conciencia de haber sido elegida por Dios, por su infinita bondad, como instrumento para una gran obra, “a pesar de su muy insuficiente e inutilísima sierva”.

Evangelio: Juan 17,11b-23
En aquel tiempo, elevó Jesús los ojos al cielo y oró diciendo 11 Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como tú y yo somos uno. 12 Mientras yo estaba con ellos en el mundo, yo mismo guardaba, en tu nombre, a los que me diste. Los he protegido de tal manera que ninguno de ellos se ha perdido, fuera del que tenía que perderse para que se cumpliera lo que dice la Escritura. 13 Ahora, en cambio, yo me voy a ti. Si digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo es para que ellos puedan participar plenamente en mi alegría. 14 Yo les he comunicado tu mensaje, pero el mundo los odia, porque no pertenecen al mundo, como tampoco pertenezco yo. 15 No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del maligno. 16 Ellos no pertenecen al mundo, como tampoco pertenezco yo. 17 Haz que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad. 18 Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí. 19 Por ellos yo me ofrezco enteramente a ti, para que también ellos se ofrezcan enteramente a ti, por medio de la verdad. 20 Pero no te niego solamente por ellos, sino también por todos los que creerán en mí por medio de su palabra. 21 Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado. 22 Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera que puedan ser uno, como lo somos nosotros. 23 Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a la unión perfecta y el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado y que les amas a ellos como me amas a mí.
COMENTARIO
Jesús ora, en la plegaria sacerdotal, por aquellos discípulos que han vivido con él en el mundo y que ahora deben quedarse en el mundo sin él, porque los ha enviado a este mundo. Pide para ellos que la unidad existente entre él y el Padre también les caracterice a ellos. Por ellos se ofrece en sacrificio, a fin de que hagan como él: el criterio fundamental del amor a Dios es el amor a los hermanos.
También santa Ángela, al recomendar a sus «hijas» la caridad y la unidad fraterna, asegura esto: «Si os esforzáis por ser así, no cabe duda de que el Señor Dios estará en medio de vosotras» (Recuerdo último).

MEDITATIO
Actualidad del Evangelio y de las Escrituras; actualidad de santa Angela, cuyos escritos son la encarnación de la Palabra de Dios en su vida.
«Considerad, hermanos, vuestra vocación» (1 Cor 1,26). «Por eso, hermanas mías [...], os ruego y suplico a todas, a fin de que, habiendo sido elegidas para ser verdaderas e intactas esposas del Hijo de Dios, queráis conocer antes qué comporta tal elección» (Regla, Pro1.). Es una elección que tiene su raíz en el servicio de Dios por el Reino, una elección nupcial tan a la escucha del Espíritu del Esposo que Ángela en sus «escritos» sobreabunda en invocaciones a la Palabra de Dios.
El poder de esta Palabra, que hace de ella la Esposa del Hijo del Altísimo, la convierte también en madre de una compañía de vírgenes y de cuantos recurran a su ayuda espiritual. La dimensión nupcial y la maternidad de Ángela están destinadas a una concreta misión de unidad y comunión entre las «hijas», por las cuales suplica «hasta con sangre» (Recuerdo último), y a una misión de paz y comunión entre los hermanos.
«Sur Anzola», peregrina en los Santos Lugares y en su tierra, es sobre todo peregrina de la Palabra cuando anuncia y cuando recompone la paz en las familias. Fue peregrina de paz también para gente noble, como Francesco Sforza; fue luz especialmente para el clero, que se remite a la sabiduría de Angela respecto a la Escritura. Hoy, como en tiempos de Ángela, el maligno, que «no duerme nunca’> (Legados X), siembra odio y división, egoísmo. Consagrados «en la verdad» que es El, elegidos en Jesús, muerto y resucitado, queremos, como Ángela, que la última oración de Cristo al Padre se convierta en la realidad de nuestra vida, para que el mundo crea que el Padre ha enviado a su Hijo para acogernos, ya en esta tierra, en la infinita alegría de vida de la comunión trinitaria
Éste es el servicio por el Reino en la Iglesia. Que de cada uno de nosotros los cristianos pueda decirse lo que su secretario Gabriele Cozzano escribió de ella:
«Quien no conozca la realidad de las virtudes, de los caminos de la santa Iglesia, así como de su verdadero sentir y de su espíritu, que dirija su mirada al espíritu de la madre sor Ángela y a su comportamiento y se configure con ella. Y será un verdadero y fiel católico».

ORATIO
Señor mío, ilumina las tinieblas de mi corazón y concédeme la gracia de morir antes que ofender hoy mismo a tu divina Majestad. Asegura mis afectos y mis sentidos, de suerte que no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda, ni me distraigan de tu luminosísimo rostro, que pone contento a cualquier corazón afligido.
¡Ay! Miserable de mí, que, al entrar en el secreto de mi corazón, no me atrevo a levantar los ojos al cielo de vergüenza [...]. Dígnate, oh benignísimo Señor, perdonarme tantas ofensas y todas las faltas que haya cometido desde el día de mi santo bautismo hasta hoy. Dígnate perdonar también, ¡ay de mí!, los pecados de mi padre y de mi madre, y los de mis parientes y amigos, y los de todo el mundo. Te lo pido por tu sacratísima pasión y por tu sangre preciosa derramada por amor nuestro; por tu santo nombre: sea éste bendito sobre la arena del mar, sobre las gotas de las aguas, sobre la multitud de las estrellas.
Señor, en lugar de esas miserables criaturas que no te conocen ni se preocupan de participar en los méritos de tu sacratísima pasión, se me rompe el corazón, y voluntariamente daría —si pudiera— yo misma mi sangre para abrir la ceguera de sus mentes (cf Ángela de Mérici, Regla V).
CONTEMPLATIO
La última recomendación que os hago, y con la cual os ruego hasta con la sangre, es que seáis concordes, que estéis todas unidas con un corazón y una sola voluntad. Permaneced ligadas una con otra con el vínculo de la caridad, apreciándoos, ayudándoos, soportándoos en Jesucristo [...]. Porque Dios lo ha predispuesto ab aeterno así:
que aquellos que son concordes en el bien por su honor, tengan toda prosperidad, ylo que hagan vaya a buen fin teniendo a su favor a Dios mismo y todas sus criaturas. Considerad, por tanto, cuán importante es tal unión y concordia, así que deseadla, buscadla. Abrazadla, conservadla con todas las fuerzas. Y yo os digo que, estando todas vosotras unidas así de corazón, seréis como una roca fortísima o una torre inexpugnable contra todas las adversidades, persecuciones y engaños diabólicos. Y os doy aún la certeza de que toda gracia que pidáis a Dios os será concedida infaliblemente. Y estaré siempre en medio de vosotros, ayudando a vuestras oraciones (Ángela de Mérici, Recuerdo último).

ACTIO
Durante la jornada de hoy, medita con frecuencia la enseñanza de santa Angela:
“Señor mío, única vida y esperanza mía” (Regla V).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Aquí está el núcleo del mensaje de Ángela de Mérici: Cristo içi ha prevenido con una iniciativa de amor: él es el «amador». Ángela le llamará así tres veces en sus escritos. Nota específica de la espiritualidad de Ángela será la contemplación de este misterio de Cristo esposo en la tensión amorosa del ser y del obrar tendente hacia él.
Hacer presente en la Iglesia este misterio del Cristo-esposo y dar testimonio de él en el mundo, con la vida y con la palabra, será el carisma entregado a las herederas de Ángela de Mérici a fin de que lo continúen a lo largo de los siglos. Aquí dejamos la palabra al padre Valentino Macca, téologo de,Brescia: «En el clima de renovación de la Iglesia de su tiempo, Ángela vivió en sí misma, de una manera excepcional, el misterio de la Iglesia “esposa”. Esto es lo que constituye el eje de su pensamiento y de su acción, es la nota más vigorosa de su experiencia, de su espiritualidad, de su maternidad de fundadora. Esto es, al menos, lo que resulta de cuanto con mayor seguridad nos revelan la Regla, los Recuerdos y los Legados, auténtico espejo de su alma y revelación de su modo de “sentir” a Cristo, de “acoger” a Cristo, de “responder” a Cristo, a “nuestro dulce y benigno esposo Jesús” (Regla XII)».
La espiritualidad «nupcial», en la línea de la vocación virginal, parte de la convicción teológica de una iniciativa del «Amador» (Recuerdos 9; Legados 11) en el «elegir» y «llamar» «a ser verdaderas e intactas esposas» del Señor (Regla 1, Pro!.). Se trata de una magna gracia y dignidad (cf. ibíd.), que pide la correspondencia del amor. Las exigencias de la Regla, en un clima de animosa y alegre ascesis, se proyectan hacia una mística que, abandonando a la virgen a la acción del Espíritu, quiere ayudarle a «agradar lo más posible a Jesucristo esposo» (Legados 4). Así es como él se convierte en el todo de la esposa, según un texto notable de la Regla (cf. Xl). Puesto que sólo de este modo se vuelve «Cristo [para la virgen] el único tesoro, de modo que él sea también el Amor» (cf. Recuerdos 5). Sólo así, en la óptica de Ángela, vive la virgen la plena fidelidad nupcial y «hace honor a Jesucristo, al que ha prometido su virginidad y a sí misma» (cf. Recuerdos 5).
Se trata de la fidelidad del amor unitivo, con el que la virgen, como la Iglesia y con la Iglesia, es «santa, sin mancha o arruga o cosa semejante», y tiende de manera perenne al coloquio-comunión, cuyo eco es transmitido por las últimas palabras de la revelación, con el diálogo entre el Espíritu de Jesús y la Esposa: «Ven»

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