Lectio Divina: Domingo IV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 29 de Enero, 2012
Lectio: Marcos 1,21-28
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
El texto del Evangelio de este cuarto domingo del Tiempo Ordinario habla de la admiración de la gente viendo cómo Jesús transmite su enseñanza (Mc 1,21-22), después presenta el primer milagro que se refiere a la expulsión de un demonio (Mc 1,23-26) y finalmente habla de nuevo de la admiración de la gente, ante la enseñanza de Jesús y de su poder de arrojar espíritus inmundos (Mc 1,27-28).
En los años 70, época en la que escribe Marcos, las Comunidades de la Italia tenían necesidad de orientación para saber cómo anunciar la Buena Noticia de Dios al pueblo que vivía oprimido por el miedo de los demonios, por la imposición religiosa de normas religiosas de parte del Imperio romano. Al describir las actividades de Jesús, Marco indicaba cómo las comunidades debían anunciar la Buena Nueva. Los evangelistas daban la catequesis contando con los hechos y acontecimientos de la vida de Jesús.
El texto que ahora meditaremos indica el impacto que la Buena Nueva de Jesús sobre el pueblo de su tiempo. Durante su lectura, tratemos de poner atención a lo que sigue: ¿Cuál es la actividad de Jesús que causaba más admiración en la gente?
Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Marcos 1,21-22: Admirada por la enseñanza de Jesús, la gente se crea una conciencia crítica
Marcos 1,23-24: La reacción de un hombre poseído por el demonio delante de Jesús en la Sinagoga
Marcos 1,25-26: Jesús vence y arroja al demonio
Marcos 1,27-28: De nuevo, el impacto de la Buena Noticia de Jesús entre la gente
c) Texto:
21 Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» 25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» 26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» 28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto que más te ha gustado?
b) ¿Qué es lo que ha causado más la admiración de la gente en tiempo de Jesús?
c) ¿Qué es lo que obligaba a la gente a percibir la diferencia entre Jesús y los doctores de la época?
d) El espíritu del mal no tiene ningún poder delante de Jesús. ¿Qué impacto produce esto sobre la gente?
e) ¿La actuación de nuestra comunidad produce admiración entre la gente? ¿Cuál?
5.Para aquéllos que desean profundizar en el tema
a) Contexto de entonces y de hoy:
En este domingo meditamos la descripción que el Evangelio de Marcos hace del primer milagro de Jesús. No todos los evangelistas cuentan los hechos de la vida de Jesús de la misma manera. Delante de las necesidades de las comunidades para las que se escribía, cada uno de ellos acentuaba algunos puntos y aspectos de la vida, actividades y enseñanzas de Jesús que más pudiesen ayudar a sus lectores. Los lectores de Mateo vivían en el norte de la Palestina y en Siria; los de Lucas, en Grecia; los de Juan, en Asia Menor; los de Marcos, probablemente en Italia. Un ejemplo concreto de esta diversidad es el modo en el que cada cual presenta el primer milagro de Jesús. En el Evangelio de Juan, el primer milagro sucede en unas Bodas en Caná de Galilea, donde Jesús transformó el agua en vino (Jn 2,1-11). Para Lucas el primer milagro es la tranquilidad con la que Jesús se libra de la amenaza de muerte por parte del pueblo de Nazaret (Lc 4,29-39). Para Mateo, es la curación de un gran número de enfermos y endemoniados (Mt 4,23), o, más específicamente, la curación de un leproso (Mt 8, 1-4). Para Marcos, el primer milagro es la expulsión de un demonio (Mc 1,23-26)
Así, cada Evangelista, en su manera de narrar las cosas revelan cuáles son, según él, los puntos más importantes en las actividades y en las enseñanzas de Jesús. Cada uno tiene una preocupación diferente que trata de transmitir a sus lectores y a las comunidades: hoy vivimos en un lugar y en una época bien diversas de los tiempos de Jesús y de los evangelistas. ¿Cuál es para nosotros la mayor preocupación en relación a lo vivido del Evangelio? Vale la pena que cada uno se pregunte: ¿Cuál es para mí la mayor preocupación?
b) Comentario del texto:
Marcos 1,21-22: Admirada por la enseñanza de Jesús, la gente se crea una conciencia crítica.
La primera cosa que Jesús hizo al comienzo de su actividad misionera fue llamar a cuatro personas para formar una comunidad con Él (Mc 1,16-20). La primera cosa que la gente percibe en Jesús es su modo diverso de enseñar y hablar del Reino de Dios. No es tanto el contenido, sino que es su modo de enseñar el que despierta la atención. El efecto de esta enseñanza diversa era una conciencia crítica en la gente en relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibía, comparaba y decía: Él enseña con autoridad, diversa de los escribas. Los escribas enseñaban a la gente citando doctores, las autoridades. Jesús no citaba a ningún doctor, sino que hablaba partiendo de su experiencia de Dios y de la vida. Su autoridad nacía de dentro. Su palabra tenía las raíces en el corazón y en el testimonio de su vida.
Marcos 1,23-26: Jesús combate el poder del mal
En Marcos, el primer milagro es la expulsión del demonio. El poder del mal echaba raíces en las personas y las alienaba de sí mismas. La gente vivía destrozada por el miedo de los demonios y por la acción de los espíritus impuros. Basta ver el interés causado por el film sobre el exorcismo de los demonios, Y no solo esto. Como en los tiempos del Imperio romano, muchas son las personas que viven alienadas de sí misma a causa del poder de los medios de comunicación, de la propaganda del comercio. La gente vive esclava del consumismo, oprimidas por las facturas que hay que pagar en una fecha determinada a los acreedores. Muchos piensan que no viven como personas dignas de respeto, si no compran lo que la propaganda anuncia en la televisión. En Marcos, el primer gesto de Jesús es precisamente el de arrojar y combatir el poder del mal. Jesús restituye a las personas a sí mismas. Restituye su conciencia y su libertad. ¿Se dará que nuestra fe en Jesús consigue combatir contra estos demonios que nos alienan de nosotros mismos, de la realidad y de Dios?
Marcos 1,27-28: La reacción de la gente: el primer impacto
Las dos primeras señales de la Buena Nueva de Dios que la gente percibe en Jesús, son éstas. Su modo diverso de enseñar las cosas de Dios y su poder sobre los espíritus inmundos. Jesús abre un nuevo camino de pureza para la gente. En aquel tiempo, quien era declarado impuro, no podía ponerse delante de Dios para rezar o recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán. Primero debía purificarse. Por lo que se refería a la purificación de las personas, existían muchas leyes y normas rituales que hacían difícil la vida de la gente y apartaban a muchas gentes considerándolas impuras. Por ejemplo, lavar el brazo hasta el codo, lavarse el rostro, lavar vasos de metal, copas, vasijas y bandejas, etc. (cfr Mc 7, 1-5) Ahora purificadas por la fe en Jesús, las personas impuras podían de nuevo postrarse en la presencia de Dios y no tenían necesidad de observar todas aquellas norma rituales. La Buena Noticia del Reino, anunciada por Jesús, habría sido para aquella gente un suspiro de alivio y un motivo de gran alegría y tranquilidad.
Ampliando conocimientos: la expulsión de los demonios y el miedo de la gente
* La explicación mágica de los males de la vida
En el tiempo de Jesús, mucha gente hablaba de Satanás y de la expulsión de los demonios. Había en la gente mucho miedo y también mucha gente que se aprovechaba del miedo de los demás. El poder del mal tenía muchos nombres: demonio, diablo, Belcebú, príncipe de los demonios, Satanás, Dragón, Dominaciones, Potestades, Poderes, Soberanidad, etc. (cf. Mac 3,22.23; Mt 4,1; Ap 12,9; Rom 8,38; Ef 1,21)
Hoy, cuando la gente no sabe explicar un fenómeno, un problema o un dolor, recurre, a veces, a explicaciones y remedios que vienen de las tradiciones y culturas antiguas y dice: Es un mal de ojo: Es el castigo de Dios: Es algún mal espíritu. Y hay personas que tratan de hacer callar estos malos espíritus mediante la magia y oraciones en voz alta. Otros buscan un exorcista para arrojar al espíritu inmundo. Otros incluso, llevados por la nueva y más sádica cultura de nuestro tiempo, combaten la fuerza del mal de otro modo. Buscan de entender las causas del mal. Buscan un médico, una medicina alternativa, se ayudan recíprocamente, hacen reuniones comunitarias, combaten la alienación de la gente, organizan club de madres, sindicatos, partidos y muchas otras formas de asociación para expulsar el mal y mejorar las condiciones de vida de la gente.
En el tiempo de Jesús, el modo de explicar y resolver los males de la vida era semejante a la explicación de nuestras antiguas tradiciones y culturas. En aquel tiempo, como aparece en la Biblia, la palabra demonio o Satanás, indicaba muchas veces el poder del mal que desviaba a la gente del buen camino. Por ejemplo, en los cuarentas días en el desierto, Jesús fue tentado por Satanás que quería conducirlo por otro camino. (1,12; cfr. Lc 4,1-13). Otras veces, la misma palabra indicaba la persona que llevaba a otro por un camino falso. Así, cuando Pedro intentó desviar a Jesús de su camino, él fue Satanás para Jesús: “Aléjate de mí, Satanás, porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (8,33). Otras veces estas mismas palabras eran usadas para indicar el poder político del Imperio romano que oprimía y explotaba a la gente. Por ejemplo, en el Apocalipsis, el Imperio romano se identifica con “el gran Dragón, la antigua serpiente, el llamado Diablo o Satanás, seductor de toda la tierra habitada” (Ap 12,9). En el Evangelio de Marcos, este mismo Imperio romano viene recordado con el nombre de Legión, dado al demonio que maltrataba a un hombre. (Mc 5,9). Otras veces, la gente usaba la palabra demonio o espíritu para indicar los males y dolores. Así se hablaba del demonio como de un espíritu mudo (Mc 9,17), de un espíritu sordo (Mc 9,25), del demonio o espíritu impuro (Mc 1,23; 3,11), etc. Y había personas exorcistas que arrojaban a estos demonios (cfr. Mc 9,38; Mt 12,27).
Todo esto indicaba el gran miedo de la gente ante el poder del mal, que ellos llamaban demonio o Satanás. En la época en que escribía Marcos su evangelio, este miedo seguía aumentando. Pues, algunas religiones llegadas de Oriente, divulgaban el culto a los espíritus, que intercedían entre Dios y la humanidad, considerados demonios, demiurgos o semidioses. En estos cultos se enseñaban que algunos de nuestros gestos podían irritar a estos espíritus, y ellos para vengarse de nosotros, podían impedir el acceso a Dios y privarnos así de los beneficios divinos. Por esto, mediante ritos mágicos, oraciones en alta voz y ceremonias complicadas, la gente se esforzaba por invocar y calmar a estos espíritus o demonios, para que no sucediera ningún daño en la vida humana. Esta era la forma que habían encontrado para defenderse de los influjos de los espíritus del mal. Y este modo de vivir la relación con Dios, en vez de liberar a la gente, alimentaba en ella el miedo y la angustia.
* La fe en la resurrección y la victoria sobre el miedo
Ahora pues, uno de los objetivos de la Buena Noticia de Jesús era el de ayudar a la gente a liberarse de este miedo. La llegada del Reino de Dios significaba la llegada de un poder más fuerte. Dice el evangelio de Marcos: “Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear su ajuar, si primero no ata al fuerte y entonces saqueará la casa” (Mc 3,27) El hombre fuerte es la imagen que indica el poder del mal que mantiene a la gente prisionera en el miedo. Jesús es el hombre más fuerte que viene para atar a Satanás, el poder del mal, y quitarle la humanidad prisionera del miedo. “Si yo arrojo los demonios con el dedo de Dios, sin duda que el Reino de Dios ha llegado a vosotros.” He aquí la insistencia de los escritos del Nuevo Testamento, sobre todo del evangelio de Marcos, en la victoria de Jesús sobre el poder del mal, sobre el demonio, sobre Satanás, sobre el pecado y sobre la muerte.
Como hemos visto en la lectura de este Domingo, en el Evangelio de Marcos, el primer milagro de Jesús es la expulsión de un demonio: “¡Cállate y sal de él!” (Mc 1,25) El primer impacto que Jesús causa en la gente es producido por la expulsión de los demonios: “¡Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen! (Mc 1,27). Una de las causas principales de la discusión de Jesús con los escribas es la expulsión de los demonios. Ellos lo calumniaban diciendo: “¡Está poseído por Belcebú! ¡Y arroja los demonios por medio del príncipe de los demonios! (Mc 3,22). El primer poder que los Apóstoles reciben cuando son enviados en misión es el poder de arrojar demonios: “Les dio poder sobre los espíritus inmundos” (Mc 6,7). La primera señal que acompaña al anuncio de la resurrección es la expulsión de los demonios: “Las señales que acompañarán a los que creen son éstas: en mi poder arrojarán los demonios” (Mc 16,17). Parece como si fuera un estribillo que no cesa. Hoy nosotros, en vez de usar siempre las mismas palabras, usamos palabras diversas para transmitir el mismo mensaje y diríamos “¡El poder del mal, el Satanás que tanto miedo da a la gente, Jesús lo venció, lo ató, lo dominó, lo destruyó, lo abatió, lo eliminó, lo exterminó, lo aniquiló, lo mató! Lo que Marcos quiere decirnos es esto: “¡A los cristianos les está prohibido tener miedo de Satanás!” ¡Por su resurrección y por su acción liberadora, presente en medio de nosotros, Jesús ata el miedo de Satanás, hace nacer la libertad en el corazón, firmeza en la acción y esperanza en el horizonte! ¡Debemos caminar por el Camino de Jesús con sabor de victoria sobre el poder del mal!
6. Oración con el Salmo 46 (45)
¡Dios, revelado en Jesús, es nuestra fuerza!
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
socorro en la angustia, siempre a punto.
Por eso no tememos si se altera la tierra,
si los montes vacilan en el fondo del mar,
aunque sus aguas bramen y se agiten,
y su ímpetu sacuda las montañas.
¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
santifican la morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no vacila,
Dios la socorre al despuntar el alba.
Braman las naciones, tiemblan los reinos,
lanza él su voz, la tierra se deshace.
¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
nuestro baluarte el Dios de Jacob!
Venid a ver los prodigios de Yahvé,
que llena la tierra de estupor.
Detiene las guerras por todo el orbe;
quiebra el arco, rompe la lanza,
prende fuego a los escudos.
«Basta ya, sabed que soy Dios,
excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
nuestro baluarte el Dios de Jacob!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
www.ocarm.org
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