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sábado, 12 de marzo de 2011

Evangelio del I Domingo de Cuaresma. Ciclo A. 13 de marzo 2011

Evangelio del I Domingo de Cuaresa. Ciclo A. 13 de marzo 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (4, 1-11)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió:
“Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo:
“Si eres el Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le contestó: “También está escrito:
No tentarás al Señor, tu Dios”.
Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo:
“Te daré todo esto, si te postras y me adoras”. Pero Jesús le replicó: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
-Jesús en la encrucijada Pero al otro lado de este díptico que inaugura la Cuaresma, la misma lectura de san Pablo y el evangelio de san Mateo nos presentan la figura del hombre nuevo, del nuevo Adán, Jesús de Nazaret. El es puesto también en la encrucijada entre estos dos caminos. Es el Hijo de Dios; es el Mesías. ¿No sabría buscarse sus caminos, elegir por su cuenta? ¿Y no tendría derecho en la tierra al éxito, al honor, al poder y a la riqueza? Y, sin embargo, si el Padre ha permitido que, en el juego de las circunstancias de la historia, Jesús haya de escoger el camino no sólo de la humildad, sino de la humillación; no sólo del esfuerzo, sino del dolor; no sólo de la ambigüedad inevitable de la encarnación, donde lo divino tiene que expresarse en los límites de lo humano, sino el escándalo evidente del fracaso; no sólo de la responsabilidad y autonomía de la condición humana, sino del abandono en los brazos de la muerte, entonces El acepta con confianza y con amor el designio del Padre, el camino del Padre, desde Belén hasta el Calvario, y dice siempre al tentador -sea Satanás o sea Pedro-: "Apártate de mí". Mientras que dice durante toda su vida al Padre, y más especialmente en momentos cruciales como en las tentaciones del desierto o de Getsemaní o de la Cruz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, mi vida, mi obra, mi esperanza. Quiero que mis caminos sean tus caminos".
-Cuaresma: renovación bautismal.
Gracias a esa entrega de Jesús a los caminos de su Padre Dios, El ha triunfado de la muerte y nos ha dado la vida, esa vida y ese triunfo que la Iglesia nos aplica en su predicación, su oración, sus sacramentos, sus atenciones pastorales. Si al nacer como hijos de los hombres nos injertaron al viejo Adán, el tronco del pecado y de la muerte, por el bautismo nos injertaron en el nuevo Adán, para ser hijos en el Hijo: hijos de Dios. La Iglesia nos invita a prepararnos para renovar nuestro bautismo en la próxima Pascua, meta principal de la Cuaresma.
Es tiempo de conversión, de renovación y de profundización de nuestra vida cristiana. Tiempo de intensificar nuestra oración y de revisar nuestros caminos, para adaptarlos cada vez más a los caminos de Dios, al seguimiento de Jesús.
En cada Eucaristía, el Señor renueva su Alianza; una alianza eterna y estable. Jesucristo siempre ha sido fiel, tanto al Padre como a nosotros. Renovemos también nosotros ahora nuestra entrega al Padre, con Cristo y con la comunidad. Por medio de la comunión en la Eucaristía, dejémonos penetrar y llenar de su presencia, para que, con su amor y con su fuerza, con su sabiduría y con su compañía, podamos caminar por los caminos del Señor.

Para la revisión de vida
- Comienza uno de los llamados «tiempos fuertes» del año litúrgico. No precisamente un tiempo «light», ni siquiera un tiempo ordinario. ¿Qué voy a hacer para que esta Cuaresma no se me pase sin darme cuenta, sino viviéndola a fondo? La Cuaresma es una «cuenta regresiva» de 40 días hasta la Pascua… El objetivo al que apuntamos desde el principio de la Cuaresma es la Pascua misma…

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