= Martes 08 de Marzo, 2011
Los ojos del Señor están puestos en sus hijos
Feria de la 9a. semana del Tiempo Ordinario
Dichosos los que temen al Señor
Antífona de Entrada
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de Tobías
(2, 9-14)
Aquella noche, después de enterrar el cadáver, me bañé, salí al patio de mi casa y me quedé dormido junto a la pared, con la cara descubierta, pues hacía calor. Yo no sabía que arriba, en la pared, había unos pájaros. Su estiércol caliente me cayó en los ojos y se me formaron unas manchas blancas.
Consulté a los médicos para que me curaran, pero mientras más ungüentos me aplicaban, las manchas se extendían más sobre mis ojos, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve privado de la vista durante cuatro años, y todos mis hermanos estaban afligidos.
Ajicar se hizo cargo de mí durante dos años, hasta que se fue a Elimaida. Entonces mi esposa Ana se puso a hacer sobre pedido tejidos de lana, que luego entregaba a sus dueños y ellos le pagaban. Un día, el siete del mes doce, al terminar ella un trabajo, lo entregó a los dueños, quienes, además de darle su paga íntegra, le regalaron un cabrito.
Al llegar a mi casa el cabrito, comenzó a balar, y yo, al oírlo, llamé a Ana y le pregunté: “¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo a sus dueños, porque nosotros no podemos comer nada robado”. Entonces ella me respondió: “Es un regalo que me hicieron, además de mi paga”. Pero yo no le creí y le dije que lo devolviera a sus dueños y me enojé con ella por ese motivo. Entonces ella me replicó: “¿De qué te han servido tus limosnas? ¿De qué te han servido tus buenas obras? ¡Dímelo tú, que todo lo sabes!”
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 111
El justo
vive confiado en el Señor.
Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos.
El justo
vive confiado en el Señor.
No temerán malas noticias, puesto que en el Señor viven confiados. Firme está y sin temor su corazón, pues vencidos verán a sus contrarios.
El justo
vive confiado en el Señor.
Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará, llena de gloria.
El justo
vive confiado en el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (12, 13-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron:
“Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?”
Jesús, notando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea”. Se la trajeron y él les preguntó:
“¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?” Le contestaron: “Del César”.
Entonces les respondió Jesús:
“Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Y los dejó admirados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Tenemos la costumbre de tomar decisiones muchas veces tirando una moneda a cara o cruz. Para Jesús la moneda del emperador también tiene cara y cruz. Cara: la del imperio, del mercado, del lucro, de la explotación de los más débiles. Cruz: el sufrimiento del pueblo. Los dirigentes de Israel le estaban entregando al emperador la vida del pueblo de Dios, para conservar sus privilegios. Se habían hecho sus dueños y lo habían convertido en mercancía, al más puro estilo del mercado neoliberal globalizado de hoy. Jesús no cae en la trampa de sus adversarios: Si dice sí, lo acusarán de traición frente al pueblo; si dice no, lo acusarán a los romanos de agitador, que aconseja no pagar el impuesto al César. Jesús les dice: Devuélvanle a Dios lo más querido para él: su pueblo, y den al César sus lucros, ambiciones y ansias de poder. A Dios lo que es de Dios y al ídolo lo que es del ídolo. -- ¿Y nosotros, no seguimos jugando con las cosas de Dios de acuerdo con nuestras conveniencias? ¿Y hoy, en el Día Internacional de la Mujer, se le reconocerán a ella los derechos que su dignidad merece o seguirá siendo mercancía, como lo era el pueblo en manos de los dirigentes del Templo?
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones tuyos que con sincera voluntad te presentamos, y por medio de esta Eucaristía, dígnate purificarnos y renovarnos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común II
La salvación por Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Los ojos del Señor están puestos en sus hijos, en los que esperan en su misericordia, para librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta celebración eucarística nos comunique, Señor, nuevas fuerzas para cumplir tu voluntad en esta vida y nos confirme en la esperanza de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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