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lunes, 18 de abril de 2011

Evangelio del Martes Santo. Ciclo A. 19 de abril 2011

Evangelio del Martes Santo. Ciclo A. 19 de abril 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (13, 21-33. 36-38)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró:
“Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha.
Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
“Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas:
“Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora:
‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’ ”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”.
Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El anuncio de Jesús sobre la traición inminente desconcierta a sus discípulos. Pedro pide al discípulo a quien Jesús quiere que le pregunte quién va a ser el traidor, y Jesús le dice cómo va a identificarlo: en señal de amistad ofrece a Judas un trozo de pan. El propósito de Jesús no es denunciar al traidor ni delatarlo delante de sus compañeros, sino ofrecerle la última oportunidad de arrepentirse. La tentativa de Jesús fracasa. Judas se obstina. Jesús manifiesta su total respeto por la libertad humana, a costa de su propia vida. El amor de Jesús es un amor que no juzga, que no conoce límites, que se extiende al enemigo mortal, que no fuerza a nadie, que desiste de la posibilidad de rechazarlo. Para quien está con Jesús no hay enemigos que delatar. Hay vidas que entregar libremente para que sea posible el Reino. Fruto de esta entrega es el don del Espíritu de Dios que da al ser humano la capacidad de amar sin límites, haciéndolo así plenamente humano, al estilo de Jesús. ¿Nos abrimos nosotros incondicionalmente a esta clase de amor?

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