Evangelio del Miércoles XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28 de septiembre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 57-62)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo: “Te seguiré a donde quiera que vayas”.
Jesús le respondió:
“Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. A otro,Jesús le dijo: “Sígueme”.
Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Ahora que hemos leído detenidamente a Lucas desde el capítulo 5 hasta el fin del capítulo 9 comprendemos mejor por qué se ubica el texto del seguimiento radical a Jesús en este lugar del evangelio, o mejor dicho, en esta parte del camino.
La emoción que suscita la personalidad de Jesús conduce a expresiones como ésta: “Te seguiré a donde vayas”, y, si el lugar de destino es la muerte en el patíbulo, seguirá en pie la oferta.
La misión por el Reino de Dios es asumida ahora por quienes lo han seguido, escuchado y han asimilado sus enseñanzas.
Ahora es Jesús quien ratifica su llamado a quienes lo siguen; quiere saber con quiénes cuenta hasta el final, pues con razón presiente que se irá quedando solo.
La opción por el Reino amplía la familia y crea una nueva forma de lazos familiares y de fraternidad. Por esta razón los operarios que aún añoran su antiguo estilo de vida familiar no son aptos para el Reino de Dios.
Jesús radicaliza su ministerio público, ahora va al corazón de cada uno de los que le siguen, allí radica la fuerza para asumir el reto que les espera.
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