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martes, 27 de septiembre de 2011

Ordinario de la Misa: Miércoles XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28 de Septiembre, 2011

Ordinario de la Misa: Miércoles XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28 de Septiembre, 2011
Firmeza es el Señor para su pueblo
Feria de la 26a. S. T. O. o memoria libre de san Wenceslao, mártir o de san Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires
Tu recuerdo, Señor, es mi alegría
Antífona de Entrada
Firmeza es el Señor para su pueblo, defensa y salvación para sus fieles. Sálvanos, Señor, vela sobre nosotros y guíanos siempre.
Oración Colecta
Oremos:
Padre misericordioso, que nunca dejas de tu mano a quienes has hecho arraigar en tu amistad, concédenos vivir siempre movidos por tu amor y un filial temor de ofenderte.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de Nehemías
(2, 1-8)
En el primer mes del año veinte del reinado de Artajerjes, siendo yo, Nehemías, el copero mayor, serví una copa de vino y se la ofrecí al rey. Nunca me había presentado ante él con cara triste. Entonces el rey me preguntó: “¿Por qué estás tan triste, si no estás enfermo? ¿Qué es lo que te preocupa?”
Sentí entonces un gran temor y le respondí: “Que viva el rey para siempre. ¿Cómo no he de estar triste, cuando la ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?”
El rey me dijo:
“¿Qué es, pues,lo que quieres?”
Me encomendé al Dios del cielo y le contesté al rey:
“Si le parece bien a mi señor, el rey, y si está satisfecho de mí, déjeme ir a Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis padres”. El rey y la reina, que estaba sentada a su lado, me preguntaron: “¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?” Al rey le pareció bien el plazo que le indiqué y me permitió ir.
Entonces yo añadí: “Ruego a mi señor, el rey, que me dé cartas para los gobernadores de la región del otro lado del río, para que me faciliten el viaje hasta Judá; y una carta dirigida a Asaf, encargado de los bosques reales, para que me suministren madera para las puertas de la ciudadela del templo, para el muro de la ciudad y para la casa donde me voy a instalar”.
Gracias a Dios, el rey me concedió todo lo que le pedí.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 136
Tu recuerdo, Señor,
es mi alegría.
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas.
Tu recuerdo, Señor,
es mi alegría.
Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: “Algún cantar de Sión, alegres, cántennos”.
Tu recuerdo, Señor,
es mi alegría.
Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque si de ti, Jerusalén, yo me olvidara!
Tu recuerdo, Señor,
es mi alegría.
¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara!
Tu recuerdo, Señor,
es mi alegría.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a él.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (9, 57-62)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo: “Te seguiré a donde quiera que vayas”.
Jesús le respondió:
“Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. A otro,Jesús le dijo: “Sígueme”.
Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Ahora que hemos leído detenidamente a Lucas desde el capítulo 5 hasta el fin del capítulo 9 comprendemos mejor por qué se ubica el texto del seguimiento radical a Jesús en este lugar del evangelio, o mejor dicho, en esta parte del camino.
La emoción que suscita la personalidad de Jesús conduce a expresiones como ésta: “Te seguiré a donde vayas”, y, si el lugar de destino es la muerte en el patíbulo, seguirá en pie la oferta.
La misión por el Reino de Dios es asumida ahora por quienes lo han seguido, escuchado y han asimilado sus enseñanzas.
Ahora es Jesús quien ratifica su llamado a quienes lo siguen; quiere saber con quiénes cuenta hasta el final, pues con razón presiente que se irá quedando solo.
La opción por el Reino amplía la familia y crea una nueva forma de lazos familiares y de fraternidad. Por esta razón los operarios que aún añoran su antiguo estilo de vida familiar no son aptos para el Reino de Dios.
Jesús radicaliza su ministerio público, ahora va al corazón de cada uno de los que le siguen, allí radica la fuerza para asumir el reto que les espera.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza que vamos a ofrecerte, a fin de que purifique nuestros corazones y podamos corresponder a tu amor con nuestro amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común VIII
Jesús, buen samaritano
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Los ojos de todos los hombres te miran, Señor, llenos de esperanza, y tú das a cada uno su alimento.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has renovado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos que la participación en esta Eucaristía nos ayude a obtener la plenitud de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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