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sábado, 15 de octubre de 2011

Lectio Divina: Domingo XXIX Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011

Lectio Divina: Domingo XXIX Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
Lectio
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 22,15-17: La pregunta de los fariseos y de los herodianos
Mateo 22,28-21: La respuesta de Jesús
b) Clave de lectura:
Jesús llega desde Galilea a Jerusalén para la fiesta anual de la Pascua. Cuando entra en la ciudad es aclamado por la gente (Mt 21,1-11). En seguida entra en el templo de donde expulsa a los vendedores (Mt 21,12-16). Aunque reside en Jerusalén, sin embargo las noches las pasa fuera de la ciudad y vuelve después por la mañana, (Mt 21,17). La situación es muy tensa. En Jerusalén, en las discusiones con las autoridades, los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los fariseos, Jesús expresa su pensamiento en parábolas (Mt 21,23 al 22,14). Lo quisieran apresar, pero tienen miedo (Mt 21,45-46). El evangelio de este domingo sobre el tributo al César (Mt 22,15-21) se coloca en este conjunto de conflictos de Jesús con las autoridades.
c) El texto:
15 Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. 16 Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. 17 Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» 18 Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? 19 Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario. 20 Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» 21 Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto del texto que ha llamado más tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son los grupos de poder que preparan una trampa contra Jesús?
c) ¿Qué hizo Jesús para liberarse de la trampa de los poderosos?
d) ¿Qué sentido tiene hoy la frase: “Pues, dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”?
5) Para los que desean profundizar aun más en el tema
a) Contexto en el que se encuentra nuestro texto en el Evangelio de Mateo:
Como antes decíamos, el contexto del Evangelio de este 29º Domingo común es el debate entre Jesús y las autoridades. Comienza con la discusión con los sacerdotes y los ancianos sobre la autoridad de Jesús (Mt 21,23-27). Después viene la parábola de los dos hijos, en la que Jesús denuncia la hipocresía de algunos grupos (Mt 21,28-32). Siguen dos parábolas, la de los viñadores asesinos (Mt 21,33-46) y la de los invitados que no quieren participar en el banquete nupcial (Mt 2,1-14). Ahora aquí, en nuestro texto, (Mt 22, 15-22), aparecen los fariseos y los herodianos que le preparan una trampa. Le hacen preguntas sobre el tributo que hay que pagar a los romanos. Era un asunto polémico que dividía a la opinión pública. Querían a toda costa acusar a Jesús y, así, disminuir su influencia sobre la gente. Primero los saduceos comienzan haciendo preguntas sobre la resurrección de los muertos, otro tema polémico, causa de división de opiniones entre saduceos y fariseos (Mt 22,33-33). Todo termina con la discusión acerca del mandamiento más grande (Mt 22,34-40) y del mesías hijo de David (Mt 22,41-45).
Como Jesús, también los cristianos de las comunidades de la Siria y de la Palestina, para los cuales Mateo escribía su evangelio, eran acusados e interrogados por las autoridades, por los grupos o por los vecinos que se sentían a disgusto por el testimonio de ellos. Leyendo estos episodios de conflictos con las autoridades, se sentían confortados y se armaban de valor para continuar en el camino emprendido.
b) Comentario del texto:
Mateo 22,15-17: Una pregunta de los fariseos y de los herodianos
Los fariseos y herodianos eran los líderes locales no apoyados por el pueblo en Galilea. Habían decidido desde hacía tiempo matar a Jesús. (Mt 12,14; Mc 3,6). Ahora, por orden de los sacerdotes y ancianos, quieren saber de Jesús si está a favor o en contra de pagar el tributo a los romanos. ¡Pregunta hecha a posta, llena de malicia! Bajo la apariencia de fidelidad a la ley de Dios, buscan motivos para acusarlo. Si Jesús hubiese dicho: “¡Se debe pagar!”, podrían acusarlo entre el pueblo de ser amigo de los romanos. Si Él hubiera dicho: “¡No se debe pagar!”, podrían también acusarlo a las autoridades romanas de ser un subversivo. ¡Un callejón sin salida!
Mateo 22,18-21a: La respuesta de Jesús: mostradme la moneda
Jesús se ha dado cuenta de la hipocresía. En su respuesta, no pierde el tiempo en discusiones inútiles y va directamente al meollo de la cuestión: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?” Ellos responden: “¡Del César!”
Mateo 22, 21b: Conclusión de Jesús
Jesús los lleva a la conclusión: “¡Pues, lo del César devolvédselo al César y lo de Dios a Dios!”. De hecho, ellos reconocían ya la autoridad del César. Estaban dando ya al César lo que era del César, porque usaban sus monedas para comprar o vender y hasta para pagar el tributo al Templo. Por consiguiente, la pregunta era inútil. ¿Por qué preguntar por algo, cuya respuesta es ya evidente en la práctica?. Ellos, que por la pregunta fingían el ser siervos de Dios, estaban olvidando la cosa más importante: ¡olvidaban dar a Dios lo que era de Dios! A Jesús le interesa que “den a Dios lo que es de Dios”, o sea, que recuperen al pueblo que por su culpa se había alejado de Dios, porque con sus enseñanzas cerraban al pueblo la entrada del Reino (Mt 23,13). Otros dicen: “Dad a Dios lo que es de Dios”, o sea, practicad la justicia y la honestidad según las exigencias de la ley de Dios, porque a causa de vuestra hipocresía estáis negando a Dios lo que le es debido. ¡Los discípulos deben darse cuenta de esto! Porque era precisamente la hipocresía de estos fariseos y herodianos la que estaba cegando sus ojos (Mc 8,15).
c) Profundizando: Impuestos, tributos, tasas, diezmos:
En el tiempo de Jesús, el pueblo de la Palestina pagaba muchísimos impuestos, tasas, tributos, multas, contribuciones, ofrecía dones, diezmos. Según cálculos hechos por expertos, la mitad de las entradas familiares se destinaban a pagar los impuestos. He aquí una lista para tener una idea de todo lo que la población pagaba como impuesto:
* Impuestos Directos sobre las propiedades y personas físicas:
Impuestos sobre la propiedad (tributum soli). Los fiscales del gobierno verificaban la entidad de las propiedades, de la producción y del número de esclavos y fijaban la cantidad que se debía pagar. Periódicamente, había nuevas fiscalizaciones mediante los censos.
Impuestos sobre las personas (tributum capitis). Para los grupos pobres, sin tierra. Incluía tanto las mujeres como los hombres, entre los doce y sesenta y cinco años. Un impuesto sobre la fuerza del trabajo: el 20% de la ganancia de cada individuo era para los impuestos.
* Impuestos Indirectos sobre varias transacciones:
Corona de oro: Originariamente se trataba de un don al emperador, pero se convertía en un impuesto obligatorio. Se pagaba en ocasiones especiales, como, por ejemplo, las fiestas o visitas del emperador.
Impuesto sobre la sal: La sal era monopolio del emperador. El tributo se refería a la sal para uso comercial. Por ejemplo, la sal usada por los pescadores para salar los peces. De ahí viene la palabra “salario”
Impuesto sobre la compraventa: Por cada transacción comercial se pagaba el 1% . Los fiscales eran los que recogían estos sueldos. En la compra de un esclavo, por ejemplo, exigían el 2%.
Impuesto para ejercer una profesión: Para hacer cualquier cosa se necesitaba de una licencia. Por ejemplo, un zapatero de la ciudad de Palmira pagaba un denario al mes. Y un denario era lo equivalente al salario de una jornada. Hasta las prostitutas debían pagar.
Impuestos sobre el uso de cosas de utilidad pública: El emperador Vespasiano introdujo el impuesto para poder usar los baños públicos en Roma. Decía. “¡El dinero no tiene olor!”
* Otras tasas y obligaciones:
Peaje: Se trataba de un impuesto sobre la circulación de las mercancías, pedido por los publicanos. Se pagaba el peaje sobre las calles. En los puntos fiscales se colocaban guardias que obligaban a pagar a los que no querían hacerlo.
Trabajo forzado: Todos podían ser obligados a dar cualquier servicio al Estado durante cinco años, sin ser remunerados. Así fue como Simón fue obligado a llevar la cruz de Jesús.
Subsidio especial para el ejército: La población estaba obligada a ofrecer hospitalidad a los soldados. También era necesario pagar una cierta cantidad en alimentos para el sostenimiento de las tropas.
* Impuestos para el Templo y para el Culto:
Shekalim: Era el impuesto para el mantenimiento del Templo.
Diezmos: Era el impuesto para la manutención de los sacerdotes. “¡Diezmo” significa la décima parte!
Primicias: Eran impuestos para el mantenimiento del culto,¡“Primicias” o sea los primeros frutos de todos los productos del campo!
6. Salmo 62
Contra los labios mentirosos
¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
que desaparece la lealtad entre los hombres!
Falsedades se dicen entre sí,
con labios melosos y doblez de corazón.
Acabe Yahvé con los labios melosos,
con la lengua que profiere bravatas,
los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
me voy a levantar, dice Yahvé,
a poner a salvo a quien lo ansía.
Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
Tú, Yahvé, nos guardarás,
nos librarás de esa gente para siempre;
los malvados que nos rodean se irán,
colmo de vileza entre los hombres.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
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