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jueves, 13 de octubre de 2011

Ordinario de la Misa: Viernes XXVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 14 de Octubre, 2011

Ordinario de la Misa: Viernes XXVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 14 de Octubre, 2011
El Señor es mi protector
Feria de la 28a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de san Calixto I, Papa y mártir
Perdona, Señor, nuestros pecados
Antífona de Entrada
Dios nuestro y protector nuestro, un solo día en tu casa es más valioso para tus elegidos, que mil días en cualquier otra parte.
Oración Colecta
Oremos:
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos (4, 1-8)
Hermanos: ¿Qué diremos de Abraham, padre de nuestra raza? Si Abraham hubiera obtenido la justificación por sus obras, tendría de qué estar orgulloso, pero no delante de Dios. En efecto, ¿qué dice la Escritura? Abraham le creyó a Dios y eso le valió la justificación.
Al que, gracias a su trabajo, tiene obras, no se le da su paga como un regalo, sino como algo que se le debe. En cambio al que no tiene obras, pero cree en aquel que justifica al pecador, su fe le vale la justificación.
En este sentido, también David proclama dichoso al hombre a quien Dios tiene por justo, independientemente de las obras: Dichosos aquellos cuyas maldades han sido perdonadas y cuyos pecados han sido sepultados.
Dichoso el hombre a quien el Señor no le toma en cuenta su pecado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 31
Perdona, Señor,
nuestros pecados.
Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño.
Perdona, Señor,
nuestros pecados.
Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado.
Perdona, Señor,
nuestros pecados.
Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos, y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo.
Perdona, Señor,
nuestros pecados.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor, puesto que en ti hemos confiado.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (12, 1-7)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
“Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.
Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer:
Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de castigo. Se lo repito:
A él sí tienen que temerlo.
¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En todos los días anteriores hemos visto cómo Jesús nos advierte sobre la actitud hipócrita de los fariseos. A ellos les encanta que les saluden en los lugares públicos, ocupar los primeros puestos y que los reconozcan como buenos, ya que todo en ellos es apariencia externa. El rechazo de la hipocresía nos invita a hablar con franqueza, sin tener en cuenta las opiniones de las personas.
Al dar testimonio del evangelio, hay que desterrar el temor y hay que hablar con claridad. Sólo a Dios hay que temer; pero el temor de Dios no es miedo, sino reconocimiento de que todo depende de él.
Lo primero que Jesús exige es la transformación desde el interior. Dios nos mira y no nos olvida. Él cuida de los más pequeños, como de los pájaros del campo. Todo le interesa. Por lo tanto, si cuida de lo pequeño, con mayor razón cuidará de nosotros, los “discípulos de Jesús”.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti, tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio Común VII
Cristo, huésped y peregrino en
medio de nosotros.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abraham y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones.
Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión. Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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