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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Jueves IV Semana de Adviento. Ciclo B. 22 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Jueves IV Semana de Adviento. Ciclo B. 22 de Diciembre, 2011
Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador
Feria de Adviento: día 22
Proclama mi alma la grandeza del Señor
Antífona de Entrada
Puertas, abríos de par en par; agrandaos portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que al ver al hombre caído y condenado a la muerte, quisiste rescatarlo con la venida de tu Hijo, concede a cuantos creemos en el misterio de su encarnación, participar algún día de su vida inmortal.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del primer libro de
Samuel (1, 24-28)
En aquellos días, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino.
Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo: “Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Este es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido.
Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida”.
Y adoraron al Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial
1 Samuel 2
Mi corazón se alegra en Dios,
mi salvador.
Mi corazón se alegra en el Señor, en Dios me siento yo fuerte y seguro. Ya puedo responder a mis contrarios, pues eres tú, Señor, el que me ayuda.
Mi corazón se alegra en Dios,
mi salvador.
El arco de los fuertes se ha quebrado, los débiles se ven de fuerza llenos. Se ponen a servir por un mendrugo los antes satisfechos; y sin tener que trabajar, pueden saciar su hambre los hambrientos. Siete veces da a luz la que era estéril y la fecunda ya dejó de serlo.
Mi corazón se alegra en Dios,
mi salvador.
Da el Señor muerte y vida, deja morir y salva de la tumba; él es quien empobrece y enriquece, quien abate y encumbra.
Mi corazón se alegra en Dios,
mi salvador.
El levanta del polvo al humillado, al oprimido saca de su oprobio, para hacerlo sentar entre los príncipes en un trono glorioso.
Mi corazón se alegra en Dios,
mi salvador.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven a salvar al hombre, que modelaste del barro.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo
Evangelio según san
Lucas (1, 46-56)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas
el que todo lo puede.
Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

El profetismo es otra dimensión que tenemos que recuperar en estos días de adviento. El mundo de hoy necesita urgentemente de voces que denuncien la injusticia y la corrupción de los poderosos, y que sean buena noticia para los más pobres.
En el evangelio de hoy encontramos el canto de María, una bella pieza de poesía y teología profética; se trata de una relectura del canto de Ana (1Sam 1,24-28), que las primeras comunidades cristianas colocaron para resaltar la dimensión profética del nacimiento de Jesús.
El “Magnificat” es un canto a la vida del pueblo que lucha por un proyecto de justicia. Dios se pone del lado de los empobrecidos, los colma de bienes, los enaltece, mientras que a los ricos los destrona y los manda con las manos vacías. La esperanza del pueblo tiene que ver con la transformación de las estructuras que los poderosos han predeterminado. El Canto de María es una profecía sobre un nuevo orden, en el que los pobres serán los predilectos del amor de Dios.
La otra dimensión es el agradecimiento a Dios por elegir a una mujer pobre y sencilla por madre del salvador. Ese hecho muestra una vez más que el corazón de Dios apuesta por los humildes y sencillos.

Oración sobre las Ofrendas
Confiados, Señor, en tu misericordia, venimos a tu altar con nuestros dones, a fin de que la celebración de esta Eucaristía nos purifique de nuestros pecados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento II
La doble espera de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo
nuestro Señor.
A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres.
El es quien nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha hecho en mí maravillas el todopoderoso.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que la recepción de este sacramento nos dé fuerza, Señor, para prepararnos a la venida de nuestro salvador con la práctica de las buenas obras, y podamos así, alcanzar el premio de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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