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jueves, 22 de marzo de 2012

Evangelio del Viernes IV Semana de Cuaresma. Ciclo B. 23 de Marzo, 2012

Evangelio del Viernes IV Semana de Cuaresma. Ciclo B. 23 de Marzo, 2012 † Lectura del santo Evangelio según san Juan (7, 1-2. 10. 25-30) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos. Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: “¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”. Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: “Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo. Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: Jesús habla pública y abiertamente en la populosa Jerusalén. La ciudad santa, la ciudad de la paz. Jesús cuestiona la falsedad de la estructura religiosa. Se ha atrevido a tocar la estructura del gran templo de Jerusalén; pero no sólo la estructura material, sino la estructura ideológica, religiosa, política y económica que representa el templo. Por supuesto que ha cuestionado la legitimidad y la idoneidad de sus dirigentes. Por eso lo buscan para eliminarlo. Como sucedió en el pasado con los profetas, Jesús, como auténtico profeta y Mesías, se ha convertido en una persona sumamente fastidiosa y molesta para los intereses de los jefes del pueblo. Es urgente que ese tipo desaparezca, no sea que la gente tome conciencia y provoque una revuelta que sería fatal y lamentable. – Hoy como ayer, los profetas que defienden la dignidad del pueblo excluido y empobrecido, y que denuncian la corrupción de los dirigentes sociales, políticos y económicos tienen que ser eliminados, desparecidos, exiliados. La autenticidad de vida cristiana se paga con la persecución, el destierro y el martirio. La fidelidad al seguimiento de Jesús tiene un alto precio; pero ahí se pone a prueba la consistencia de la propuesta evangélica de Jesús.

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