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lunes, 19 de marzo de 2012

Ordinario de la Misa: Martes IV Semana de Cuaresma. Ciclo B. 20 de Marzo, 2012

Ordinario de la Misa: Martes IV Semana de Cuaresma. Ciclo B. 20 de Marzo, 2012 Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza Feria de la 4a. semana de Cuaresma Crea en mí, Señor, un corazón puro Antífona de Entrada Todos los que estáis sedientos, venid por agua, dice el Señor; aunque no tengáis dinero, venid a beber con alegría. Oración Colecta Oremos: Que los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el misterio pascual y trasmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. Primera Lectura Lectura del libro del profeta Ezequiel (47, 1-9. 12) En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar. Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?” Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: “Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 45 Con nosotros está Dios, el Señor. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. Con nosotros está Dios, el Señor. Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. Con nosotros está Dios, el Señor. Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. Con nosotros está Dios, el Señor. Aclamación antes del Evangelio Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación,que regocija. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Juan (5, 1-3. 5-16) Gloria a ti, Señor. Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: “No te es lícito cargar tu camilla”. Pero él contestó: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’ ”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?” Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor”. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: La piscina de Betesda estaba dedicada a Esculapio, dios griego de la salud. Muchos acudían allí a buscar curación de sus enfermedades. Es el caso de este paralítico que no alcanza a entrar en la piscina cuando las aguas se mueven y ocurren las curaciones. Jesús le ordena que se levante y camine. Efectivamente, el paralítico queda sano por la palabra de Jesús. Jesús se revela como “agua que da vida”. Su palabra es palabra de vida. Este hecho despierta la inconformidad de los dirigentes judíos, adversarios de Jesús. No cuestionan que haya curado al paralítico, sino que lo haya hecho en sábado, el gran día del descanso de los judíos en honor de Dios. Jesús interpela tanto al paralítico curado como a los incrédulos judíos. Al primero le advierte que su liberación-sanación ha sido integral; ahora tiene la oportunidad de iniciar una vida nueva. A los dirigentes religiosos les declara que el Padre no cesa de trabajar. Esto debió sonar duro, blasfemo, a los oídos de los judíos que consideraban que Dios permanecía en permanente descanso. No, Dios es un Dios en permanente actividad creadora y salvífica. – Nuestras comunidades deben ser fuentes de vida y de esperanza para todos. Oración sobre las Ofrendas Acepta, Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Cuaresma IV Los frutos del ayuno El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque con el ayuno corporal, refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos fortaleces y recompensas, por Cristo nuestro Señor. Por él, los ángeles y arcángeles, y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo… Antífona de la Comunión El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Oración después de la Comunión Oremos: Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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