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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Evangelio del Jueves XXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 15 de septiembre, 2011

Evangelio del Jueves XXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 15 de septiembre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Juan 19,25-27
Gloria a ti, Señor
Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión
La realidad de la cruz y del dolor está íntimamente ligada a la experiencia del cristianismo y, por supuesto, a la persona de Cristo; el dolor y la muerte abren camino a la resurrección y a la vida plena; el misterio del dolor y de la cruz, en contextos donde son crucificados no sólo personas sino pueblos, culturas y hasta la madre tierra, exigen signos de vida y esperanza.
En ese juego de palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo…. Hijo, ahí tienes a tu madre”, dirigidas a su madre y al discípulo amado, encontramos la maternidad amplia de la que nos habla Jesús, maternidad nacida del dolor y el sufrimiento, y filiación que procede no por vía de sangre, sino por opción de vida y compromiso por el Reino.
La mutua compañía que se ofrecen la madre y el discípulo amado son la semilla de la nueva comunidad; allí florecerá la vida.
Por esta razón, al contemplar a María de los Dolores, no tenemos que fijarnos en ella de una forma aislada; estamos obligados a ubicar a su lado al discípulo amado. Ella y él, junto con las otras mujeres y los discípulos, han de regresar al seno de la comunidad para dar testimonio de fe y de vida.

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