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domingo, 11 de septiembre de 2011

Lecturas del Lunes XXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de septiembre 2011

Lecturas del Lunes XXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de septiembre 2011
Lectura de la lra. Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2,1-8
Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven
Querido hermano: Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.
Palabra de Dios
Te Alabamos Señor
Salmo responsorial: 27
Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante.
Escucha mi voz suplicante / cuando te pido auxilio, / cuando alzo las manos / hacia tu santuario.
R. Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante.
El Señor es mi fuerza y mi escudo: / en él confía mi corazón; / me socorrió, y mi corazón se alegra / y le canta agradecido.
R. Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante.
El Señor es fuerza para su pueblo, / apoyo y salvación para su Ungido. / Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, / sé su pastor y llévalos siempre.
R. Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante.
Lecturas del Santo Evangelio según San Lucas 7,1-10
Gloria a ti, Señor
Ni en Israel he encontrado tanta fe
En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga." Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe." Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Toda la instrucción contenida en el capítulo sexto, Jesús la ofrece de camino, en espacios exteriores y de cara a la realidad que vive la gente que le sigue. Dos actitudes positivas se destacan en el Centurión: ama a la nación y ha construido una sinagoga; al final del relato Jesús añade otra más: su fe.
Los emisarios consideran que esas dos razones son suficientes para que Jesús haga el milagro; Jesús camina con ellos hasta la casa, pues quiere enterarse de la situación que requiere su presencia.
El propósito de Jesús al ubicarse en la frontera era comunicar que Dios es Padre de todos; y se concretará en la expresión que nos informa de la tercera característica que tiene el centurión, su fe… Es la fe de un pagano la que Jesús ha suscitado.
La condición de extranjero lo hace ajeno a la religión judía, pero, por su misma actitud y expresión, al decir que una sola palabra de Jesús bastaría para lograr la sanación, lo hace merecedor de la gracia de Dios y del elogio del mismo Jesús acerca de su fe.

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