Evangelio del Viernes XXV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de septiembre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (8, 1-3)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades.
Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
A lo largo del recorrido que nos ha planteado Lucas, desde la frontera norte hasta llegar al centro geográfico y del poder, la ciudad de Jerusalén, donde coexisten todos los poderes, va ocurriendo una serie de situaciones que marcan la diferencia entre el maestro Jesús y los otros maestros.
Lucas, en su forma descriptiva, nos informa de la presencia de mujeres en el itinerario de Jesús; ahora se suman a los anteriores los nombres de Juana y Susana, quienes ofrecían al maestro ayuda con sus bienes, mujeres que habían alcanzado su autonomía económica.
La centralidad de la predicación de Jesús por pueblos y ciudades es la buena noticia del Reino de Dios, que ya está aconteciendo; la presencia significativa y numerosa de las mujeres, que también están llamadas a formar parte del Reino, es una novedad de esa buena noticia de salvación.
Los doce, que serán los continuadores inmediatos de Jesús, viven en directo la relación de igualdad y fraternidad entre hombres y mujeres, que, fascinados por la forma cómo enseña Jesús, van dejando todo y ofrecen sus bienes a la causa inaugurada por el Galileo.
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