Evangelio del Jueves XXV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 22 de septiembre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 7-9)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decía:
“A Juan yo lo mandé decapitar.
¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?” Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Antes de este pasaje encontramos los siguientes acontecimientos, que nombraremos a modo de titulares: la tempestad calmada, el endemoniado de Gerasa, la curación de la hemorroisa. Todos ellos dan cuenta de las acciones del Reino, que son contrarias a las políticas del Imperio Romano, representado por Herodes, símbolo de la muerte, de la corrupción y de la injusticia -como en todo imperio.
El capítulo 9 se abre con el envío de los doce, investidos con la autoridad y poder que Jesús ha ido mostrando a lo largo del camino. Es el pueblo quien legitima la autoridad de Jesús, en contraposición al poder del tetrarca Herodes, que se impone al pueblo a la fuerza; con ese poder ellos harán frente al Imperio, que tiene capacidad para asesinar.
Herodes, al igual que muchos otros, ha oído hablar de Jesús; pero esta escucha es diferente a la de los discípulos; es meramente informativa y especulativa, de carácter de espionaje, pues los milagros de Jesús recuerdan a Juan Bautista y a Elías; el primero, muerto a manos del mismo Herodes.
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