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lunes, 19 de septiembre de 2011

Ordinario de la Misa: Martes XXV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de Septiembre, 2011

Ordinario de la Misa: Martes XXV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de Septiembre, 2011
San Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros mártires
Memoria
Vayamos con alegría al encuentro del Señor
Antífona de Entrada
Los santos mártires derramaron su sangre por Cristo aquí en la tierra; por eso han obtenido el premio eterno en el cielo.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, creador y salvador de todas las naciones, que en la región de Corea maravillosamente llamaste a la fe a un pueblo escogido por ti y lo hiciste crecer por medio del glorioso martirio de los santos Andrés, Pablo y sus compañeros, concédenos, por su intercesión, que también nosotros, a ejemplo suyo, perseveremos fieles a tus mandamientos hasta el día de nuestra muerte.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de Esdras
(6, 7-8. 12. 14-20)
En aquellos días, el rey Darío escribió a los jefes de la región del otro lado del río Eufrates:
“Dejen que el gobernador y los dirigentes de los judíos reconstruyan el templo de Dios en su antiguo sitio. Estas son mis órdenes acerca del proceder de ustedes con los dirigentes de los judíos, en lo que se refiere a la reconstrucción del templo de Dios: Con los impuestos de la región del otro lado del río, destinados al rey, se les pagarán puntualmente los gastos a esos hombres, para que no se interrumpa el trabajo. Yo, Darío, he promulgado este decreto para que se cumpla a la letra”.
Así los dirigentes de los judíos avanzaron con rapidez en la reconstrucción del templo, alentados por las palabras de Ageo y de Zacarías, hijo de Idó, y llevaron a cabo la reconstrucción, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia. El templo se terminó el día tres del mes de marzo del año sexto del reinado del rey Darío.
Los israelitas —sacerdotes, levitas y todos los demás que habían vuelto de la cautividad— celebraron con júbilo la dedicación del templo de Dios.
Para la dedicación del templo ofrecieron cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos, y como sacrificio por el pecado de todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de Israel.
El servicio del templo de Jerusalén se encomendó a los sacerdotes, y a los levitas, según el orden que les correspondía, conforme a la ley de Moisés. Los israelitas que habían vuelto de la cautividad celebraron la Pascua el día catorce de abril. Todos los sacerdotes y los levitas se habían preparado para celebrarla y estaban puros; inmolaron, pues, la víctima pascual para todos los que habían vuelto de la cautividad, para sus hermanos los sacerdotes, y para sí mismos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 121
Vayamos con alegría
al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
Vayamos con alegría
al encuentro del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor.
Vayamos con alegría
al encuentro del Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (8, 19-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir:
“Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte”.
Pero él respondió:
“Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en
práctica”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El viaje que Jesús inició en las orillas del lago de Galilea se ve ahora interrumpido por un episodio muy particular, la presencia de su madre y sus hermanos, que han viajado desde Nazaret para preguntar por él. No deja de resultar extraño que el evangelista introduzca aquí este episodio, con una finalidad más pedagógica que informativa.
La referencia explícita a la palabra de Dios después de la parábola del sembrador es una clave de interpretación; el valor de la palabra de Dios como vínculo nos une como la nueva familia del Reino.
Para ser parte de la familia de Jesús es necesario escucharle y seguirle, ser discípulo suyo; se rompe con el círculo familiar sanguíneo y se da un paso hacia la comunidad de hermanos y hermanas en la fraternidad.
La escucha y la práctica de la palabra son dos condiciones sin las cuales no es posible continuar el camino propuesto para los discípulos del Reino; a estas dos condiciones tenemos que sujetarnos.
En este breve evangelio la comunidad de Lucas nos pone frente a una realidad que nos es imposible evadir, por lo tanto estamos llamados a enfrentar nuestra realidad histórica con la palabra de Dios, que es la verdadera causa de nuestra alegría.

Oración sobre las Ofrendas
Dios todopoderoso, recibe los dones que tu pueblo te presenta y, por la intercesión de tus santos mártires, concédenos que también nosotros seamos un sacrificio agradable a ti, que contribuya a la salvación de todo el
mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los Santos
Mártires
Testimonio y ejemplo
de los mártires
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque la sangre de los gloriosos mártires Andres Kim, Pablo Chong y compañeros, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Alimentados con el pan de los fuertes en esta celebración de los santos mártires coreanos, te suplicamos, Señor, que mediante nuestra íntima y fiel unión a Cristo en la Iglesia, podamos contribuir con nuestros trabajos, a la salvación de todos los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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