HOMILIAS: XXVI DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
25 DE SEPTIEMBRE, 2011
1.- CREER EN DIOS ES VIVIR COMO JESÚS
Por Pedro Juan Díaz
1.- De nuevo la imagen de la viña y una invitación: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Las respuestas son variadas. Uno de los hijos le da un NO rotundo, pero al final acaba yendo. El otro reacciona con una disponibilidad admirable, pero no va, todo se ha quedado en palabras que se ha llevado el viento. Son dos actitudes que se pueden dar en nosotros y que se daban entre los judíos contemporáneos de Jesús.
2.- Por un lado estaban los que se sabían la Biblia de memoria, recitaban los versículos hacia delante y hacia atrás, y estaban todo el día en el Templo dándose “golpes de pecho” y diciéndole a Dios lo buenos que eran. Pero a la hora de la verdad, sus actitudes dejaban mucho que desear, y sus acciones se limitaban a cargar a los demás las responsabilidades que ni ellos mismos cumplían. Esta parábola en concreto va dirigida a los dirigentes religiosos, que hablan de Dios, de la ley y del Templo, y dicen SI con los labios, pero son los que más obstáculos y dificultades le ponen a Jesús para anunciar su mensaje del Reino. De hecho acabarán propiciando su condena a muerte.
3.- Por otro lado, había algunas personas que estaban socialmente mal vistas, porque no se acercaban al Templo, vivían fuera de la ley y estaban excluidos de cualquier apoyo religioso. Eran unos pecadores que no merecían ni que se les dirigiera la Palabra, porque le habían dicho NO a Dios. Por tanto, vivían apartados de lo religioso y, por ende, de la vida social. Pero cuando Jesús se acerca a ellos y les propone el mensaje del Reino de Dios, lo acogen con alegría, porque en ese mensaje ellos también están incluidos. Y a partir de ese momento, lejos de ser un obstáculo, se convierten en seguidores de Jesús y entran a formar parte de ese proyecto del Reino que Dios tenía para ellos y para todos los demás. En este grupo, podemos recordar a Mateo, recaudador de impuestos, a la prostituta que regó con lágrimas los pies de Jesús, a Zaqueo, jefe de publicanos y ladrón, a los enfermos, marginados por su condición de pecadores, etc., etc.…
4.- Por eso Jesús dice esta frase tan contundente: “os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. No porque haya que convertirse en ladrón o en puta para entrar en el Reino de Dios, sino porque aunque de palabra han contestado que no a la propuesta de Dios, de obra han acogido el mensaje de Jesús y han cambiado sus vidas. Por lo tanto, este cambio de actitud y de comportamiento es un SI a Dios. Sin embargo, los del primer grupo siguen con el corazón cerrado y aunque sus palabras digan lo contrario, su actitud y su comportamiento es una cerrazón a Dios y al proyecto del Reino. Y es que para cumplir la voluntad del Padre lo importante no son las palabras, las promesas, los rezos… sino los hechos y nuestra vida de cada día, que es la que habla de nosotros y da razón de nuestras palabras.
5.- A veces nos pasa que le echamos la culpa a los demás, que nosotros somos los que lo hacemos bien y los otros los equivocados. Ezequiel, en la primera lectura, les llama la atención a sus paisanos sobre esto: “¿Es injusto mi proceder? ¿O no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere… Y cuando el malvado se convierte… él mismo salva su vida”. En el fondo, de las injusticias y de los errores no tiene la culpa Dios, sino nosotros mismos, que nos autoexcluimos con nuestros bloqueos y nuestros corazones endurecidos. En nuestras manos, en nuestras acciones está el cambiar de actitud, el no sentirnos tan autosuficientes y poner nuestra confianza en Dios, que es Padre y nos quiere.
6.- San Pablo, en la segunda lectura, propone a los cristianos de Filipos que sean testimonio de vida ante sus paisanos por sus actitudes y que tomen como ejemplo a Jesús, que renunció a sus derechos para compartir la condición humana con todas las consecuencias. No se trata de hacer moralinas apoyadas en principios filosóficos o religiosos, sino de vivir de acuerdo a nuestra fe en Jesús, que es a quien seguimos, y actuar como Él lo hizo con las personas con las que trató.
7.- Creer en Dios es vivir como Jesús. No se trata tanto de saberse la teoría, cuanto de actuar conforme a ella. Está claro que hay que conocer la teoría para poder ponerla en práctica. Pero al fin de cuentas, lo que cuenta es actuar. Nuestra fe no es un libro de prácticas, sino el estilo de vida de una persona: Jesús de Nazaret. Él es nuestro “manual”, el modelo a seguir. Con Él nos encontramos cada vez que venimos a la Eucaristía. Escuchamos su Palabra, comulgamos su Cuerpo… ahora toca llevarlo a nuestra vida y dar testimonio de Él con nuestras obras.
Que la fe que vamos a profesar ahora no se quede en meras palabras. Que no nos pase como al segundo hijo, que dijo: “Voy, Señor”, pero no fue. Que acojamos con alegría la invitación de Jesús: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”.
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2.- DISPUESTOS A TRABAJAR POR EL REINO DE DIOS
Por José María Martín OSA
1.- La responsabilidad personal. El año 597 fue deportado Ezequiel a Babilonia. Sin duda pertenecía a la clase alta de Jerusalén, pues era sacerdote y cortesano del rey Joaquín, que fue también deportado con toda su familia, con los nobles y artesanos y todos los hombres aptos para la guerra. Allí "junto a los canales de Babilonia", los cautivos aprendieron a meditar sobre los castigos de que eran objeto y a cantar su dolor con salmos llenos de añoranza por la patria abandonada. Ezequiel, cuyo nombre significa "Dios fuerte", tomó la palabra para iluminar la situación de sus paisanos. El profeta escucha los lamentos y comentarios de los cautivos que se quejan de su suerte y de la justicia de Dios. Pues, según una opinión generalizada y antigua, Dios castigaba en los hijos el pecado de los padres. Ezequiel replica diciendo que no es cierto que Dios castigue por los pecados ajenos, pues dice el Deuteronomio: "No morirán los padres por culpa de los hijos, ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su pecado" (24. 16). Cada uno es dueño de sus actos. Cada uno debe dar su respuesta última a Dios él solo. Cada cual debe situarse ante Dios tal cual es. Con esta responsabilidad personal no se destruye la comunidad. Pero si Dios es justo cuando castiga al culpable, lo es en abundancia cuando da ocasión para la penitencia y perdona al pecador arrepentido. Porque Dios no busca la muerte del pecador, y lo que quiere es que se convierta y viva. En cualquier caso Dios respeta la libertad del hombre, mientras advierte a los justos para que no caigan y da a los pecadores la oportunidad de convertirse y salvar sus vidas. La vida que aquí se promete a los justos y a los que se arrepienten no es aún la vida eterna, sino una larga vida en la tierra y prosperidad temporal. Con todo, esta promesa es ya un punto de partida para llegar al conocimiento de la vida eterna y de una mejor justicia. Pues vemos que no siempre los justos llevan en este mundo la mejor parte.
2.- Despojarse de uno mismo para darse a los demás. Pablo está en la cárcel, probablemente en Éfeso. Cuando escribe a los filipenses, ya ha comparecido ante el tribunal, pero la sentencia está todavía pendiente y no es seguro si lo pondrán en libertad o lo condenarán a muerte. Encarcelado y juzgado por ser cristiano, Pablo puede pedir con honradez u autoridad a los miembros de la comunidad de Filipos que den a su vez testimonio cristiano. ¿Qué tipo de testimonio? El de la concordia y el amor. El egoísmo, la envidia y la presunción habían empezado a causar estragos en la comunidad; ésta se estaba convirtiendo en un antisigno escandaloso. En estas circunstancias, Pablo pide a los cristianos de Filipos que tengan la grandeza de ánimo suficiente para superar el propio interés y abrirse con sencillez a los demás. Al pedir esto, Pablo no se basa en una simple pedagogía humana, sino en un caso concreto: el de Cristo Jesús, que, siendo Dios, se hace hombre. Se trata de un paso incomprensible, indecible; pero que Dios lo emprendió porque quería estar abierto al hombre. Buscar el interés de los demás llevó a Cristo a despojarse de su rango. Esta dinámica existencial de Cristo Jesús señala al cristiano la pauta de su propia dinámica.
3.- Ser consecuentes. El primer hijo del evangelio replicó a su padre "No quiero", pero fue. Este hizo la voluntad del padre, porque recapacitó y cambió de actitud y de comportamiento. Se parece al hijo pródigo, que se fue de casa, pero volvió. San Agustín en el comentario de este fragmento del evangelio nos dice: "Eres cristiano, frecuentas la iglesia, escuchas la palabra de Dios y te emocionas de alegría con su lectura. Tú alabas a quien la expone, yo busco quien la cumpla. Eres cristiano, frecuentas la iglesia, amas la palabra de Dios y la escuchas de buena gana. Ve lo que te propongo, examínate al respecto, estate pendiente de ello, sube al tribunal de tu mente, ponte en presencia de ti mismo, y júzgate; y si encuentras que eres un malvado, corrígete. He aquí la propuesta". Se nos pide hoy que seamos consecuentes: la fe se demuestra con las obras. La escucha de la Palabra de Dios debe movernos a la práctica de las buenas obras
4.- Sentirse enviado. En cierta ocasión, Martin Luther King quería convencer a los que acudieron a escuchar su discurso, de la necesidad de colaborar y pasar a los hechos. Muchas veces había escuchado el lamento escéptico: "Pero yo... ¿qué puedo hacer?". Aquel día mandó apagar las luces del estadio en el que estaban. Cuando ya estaban todos en tinieblas preguntó: "¿Alguno podría ayudar a iluminarnos?". Todos permanecieron en silencio.... Sacó su mechero y lo encendió: "¿Veis esta luz?". Respondieron afirmativamente...... y volvió a preguntarles: "¿Nos sirve para algo?". Nuevamente el silencio..."Sacad cada uno vuestro encendedor y, cuando os dé la señal, encendedlo". El estadio se iluminó…. La moraleja es muy clara. En el mundo hay muchas cosas que no están bien, que deberíamos cambiar, pero, con la excusa del "yo no puedo cambiar el mundo", no hacemos nada. El mundo, ciertamente, no lo puedes cambiar, pero sí puedes aportar tu colaboración para que mejoren los ambientes donde tú vives: la familia, la clase, tu grupo cristiano, tu trabajo... Si así lo haces, contribuyes a mejorar nuestro mundo. No seas pasota. No vale decir "que alguien lo haga", ¿por qué no tú, por qué no ahora? El papa Benedicto XVI recordó a los jóvenes en Madrid la necesidad urgente del compromiso cristiano. En algún grupo, cuando pidieron voluntarios para el sacerdocio o la vida religiosa salieron cientos de jóvenes.....Hace falta que después sean constantes y mantengan su propósito, que no les pase lo del segundo hijo. Es necesario tomar en serio el compromiso que hacemos, algo difícil en estos tiempos en que sólo se vive pensando en el presente y en donde no se valora tanto como antes los compromisos permanentes De cualquier manera, se nota, tras la visita del Papa a Madrid, que hemos tomado en serio nuestro seguimiento de Jesucristo y nos sentimos enviados por El a trabajar en el campo del Reino de Dios.
Por Cristo…Mas, Mas, Mas, Ministerio Católico para la Difusión de la Palabra de Dios por Internet
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