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jueves, 22 de septiembre de 2011

Evangelio del Viernes XXV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 23 de septiembre, 2011

Evangelio del Viernes XXV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 23 de septiembre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 18-22)
Gloria a ti, Señor.

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado”.
El les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
Respondió Pedro:
“El Mesías de Dios”. Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo:
“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Ahora encontramos a Jesús en una actitud especial, que se hará constante conforme se acercan a Jerusalén: la intimidad con Dios. La oración profunda y contemplativa el maestro Jesús la enseña a sus discípulos en la práctica. Sus seguidores fueron testigos de la experiencia fuerte de oración de Jesús. Dios Padre era su fuerza; hacer la voluntad del Padre su compromiso.
Después de que Herodes deseara verlo, Jesús se retira a orar; los discípulos se acercan y él aprovecha la oportunidad para preguntarles sobre su propia identidad; quiere sondear cuánto han comprendido sus discípulos sobre él.
El interrogante señala en doble dirección: primero pregunta sobre qué piensa sobre él la multitud que le sigue; la respuesta es la misma dada anteriormente a Herodes: unos dicen que Juan Bautista, otros que Elías o un antiguo profeta.
Una vez escuchada la respuesta, se dirige directamente a sus discípulos para saber su pensamiento e impresiones sobre él.
Pedro entonces toma la palabra en nombre del grupo y responde con lo que la tradición ha llamado la “profesión de fe”: “Tú eres el Mesías de Dios”, una frase elaborada por la tradición neo-testamentaria, que ha llegado hasta nuestros días de generación en generación.

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